por ADRIANA el 15
FEBRERO, 2011
Una
misma realidad, tres actitudes distintas y tres consecuencias diferentes.
“El
poder de la imaginación” es el título de un breve cuento sobre tres gusanos de seda:
pesimista, realista e idealista que
enfocan la Vida y los momentos de cambio con visiones distintas.
Con esta metáfora podemos entender hasta
qué punto las creencias nos limitan y condicionan nuestro futuro, que tiene muchas más
posibilidades de lo que creemos con mentes
encorsetadas.
Los cambios producen miedo y
resistencias a todos los niveles, pero, sabiendo que las crisis son
oportunidades de transformación, es mejor cultivar un optimismo constructivo y
fluir.
En estos tiempos agitados ¿con qué tipo
de oruga nos identificamos cada uno?
EL PODER DE LA
IMAGINACIÓN
Érase una vez tres gusanos de seda que
ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e
Idealista. Se les acercaba la hora de su
transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas….
Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad
menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba
del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del
misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:
§
Pesimista se
dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo
de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
§
Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería
momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
§
Idealista sintió
que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se
cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para
perfeccionar sus sueños.
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres
realidades iguales y distintas, a la vez…
Pesimista era una bellísima mariposa, pero…. estaba
muerta… Había muerto de miedo.
Realista era una hermosísima mariposa, pero…. a pesar
de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las
gracias al cielo por haber podido seguir igual.
Idealista,
nada más ver la luz del día, buscó sus alas… y al verlas, su corazón rezumó
alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo
el bosque.”
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